Hoy lo que os quiero mostrar son los productos que he ido utilizando durante estos días fuera de casa, repartidos entre los secos ambientes talveranos y la húmeda y calurosa primavera de Lisboa. Es interesante porque ha sido una selección nacida de la necesidad, más que del mi afán de probar y probar habitual.

Soy muy constante en lo que a mis rituales cosméticos se refiere, y os confieso que a menudo me he preguntado si realmente todos esos pasos interminables a los que someto mi piel día a día merecen la pena; al fin y al cabo yo lo hago más por placer que por resultados. Pero es estar fuera de casa y en mi neceser reina la anarquía. Entre mi escapada a Lisboa esta Semana Santa, y un par de asuntos familiares intensos justo antes de salir para Portugal he pasado fuera de casa y lejos de mis productos habituales más tiempo del esperado, y aunque yo no me privo de nada, y que años de suscripción a las cajitas mensuales me han surtido de tantas minitallas que mis neceseres son también un despropósito es verdad que cuando no duermo en mi cama la cosmética pasa de placer a lo justo para sobrevivir (en términos de una bloggera, que seguro que mi kit  de supervivencia es mucho para los muggles de este mundillo), y claro, lo interesante de la situación es ver de qué productos tiro cuando utilizo lo justo. Vamos con los productos.
Parece que echar protección solar a la maleta es un acto más veraniego que otra cosa, pero en un momento de inteligencia...