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La política de los dos países más grandes de América Latina puede haber girado bruscamente hacia la derecha o hacia la izquierda, pero sus economías no van a ninguna parte.
Las elecciones en Brasil y México el año pasado vieron cómo los líderes en contra del establecimiento subían al poder cuando los votantes se volvieron contra el status quo.
Las economías estancadas de América Latina jugaron un papel importante en la revuelta, y la perspectiva de un rápido resurgimiento bajo nuevos gobiernos se está desvaneciendo. En cambio, los economistas han estado recortando los pronósticos de crecimiento para ambos.
Son los primeros días para el presidente brasileño Jair Bolsonaro, un ex capitán del ejército de extrema derecha, y Andrés Manuel López Obrador, un izquierdista que fue electo en México en su tercer intento. Pero sus problemas de dentición apuntan a un problema más amplio. En los últimos cinco años, las economías latinoamericanas se han rezagado con respecto a los mercados emergentes. Es la única región donde los niveles de vida en realidad disminuyeron.
Si bien la preocupación por una retirada de la democracia es un fenómeno global, las instituciones juveniles de América Latina podrían correr un riesgo especial, si los votantes deciden que los políticos de todos los puntos del espectro son igualmente incapaces de cambiar las cosas.
Allí, la tercera economía más grande de América Latina es una advertencia. Durante dos...