La casa de la laguna.
Rodeada de cajas y de la música que sonaba de fondo, Ania tomó el único objeto que decoraba la chimenea y de un soplido no sólo dejó volar el polvo sino un puñado de recuerdos que crecieron en un hogar junto a dos niños, ahora mayores y de un marido en una época fantástica que no costaba pensarla.
HacÃa ya 3 años que un accidente trágico de la ruta la habÃa dejado viuda y como todos, habÃa aprendido a vivir en la soledad de un amor arrebatado fÃsicamente pero vivo en cada rincón y en cada recoveco de su alma.TenÃa 42 años cuando se quedó sola y tenÃa 45 cuando decidió escapar del dolor que le procuraban los muros de esa casa. Agotada de obligar la mirada que fija se quedaba incrustada en la madera del techo. De un año que llevaba intentando conciliar el sueño en la habitación vecina en la cama de una plaza y nunca, nunca habÃa podido pasar una sola noche en el habitación principal. El tormento de una juventud que ya no contaba los minutos sentÃa que la habÃa matado, hace tiempo por dentro.AsÃ, fue como una tarde de invierno frÃo, de nieve blanca y pura...cerró la puerta del pasado que tanto la entristecÃa y mientras esperarÃa que el resto de sus cosas llegarán a un destino, tomó sus dos maletas de ropa, cuatro cajas con utensilios varios y de lo helado que se sentÃa el aire, casi corrió hasta su auto.Probablemente, hubiera sido mejor partir en primavera pero un impulso que no tenÃa nombre, no la dejaban mirar hacia atrás. Con...
Fuente de la noticia:
El Diario de Francine
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http://eldiariodefrancine.blogspot.com
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